“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas
inconstantes, ese montón de espejos rotos”
(Jorge Luis Borges).
La pregunta por el
hombre ha cautivado el pensamiento de muchos intelectuales, desde los antiguos
griegos hasta nuestra contemporaneidad, la pregunta “qué es el hombre” es
resuelta desde la antropología, mientras que la pregunta “quién es el hombre”
es abordada desde la psicología, a través de conceptos dualistas, pesimistas y
optimistas. En los conceptos dualistas
se divide al ser humano en dos realidades, una que podemos medir y cuantificar
y otra que no podemos ver, por ejemplo, el dualismo entre cuerpo y alma
propuesto por Platón. En los conceptos
pesimistas se afirma que el hombre definitivamente es un ser malvado y por
ende, tiende a la maldad. Por ejemplo, el postulado de Hobbes: “El hombre es un
lobo para el hombre”. De esta manera, se crean leyes para controlar su maldad.
Mientras que los conceptos optimistas creen que el hombre es bueno por naturaleza
y que la sociedad se construye por contrato social, por ejemplo, los postulados
de Rousseau, los cuales consideran que las leyes están hechas por el hombre
para buscar el bien común.
Por otro lado, la
historia de la filosofía moderna por ejemplo, ha dejado de orientar su investigación
sobre el ser y se ha concentrado en el estudio del conocimiento humano,
destacando sus límites y condicionamientos, frente a los cuales la ciencia se
detiene. Además, en esta incesante búsqueda de conocimientos, la memoria es uno
de ellos, y me permito seguir parafraseando a Cortázar al decir que es esa
memoria la que nos define como hombres, puesto que sin ella seriamos cualquier
otra cosa, como una planta, una roca, aire o agua. Siendo la palabra memoria proveniente
del latín memorĭa, está formada a
partir del adjetivo memor (el que recuerda) y del sufijo -ia- usado para crear
sustantivos abstractos. Esto también dio origen al verbo memorare (recordar,
almacenar en la mente). Si pensamos en la memoria como un “lugar” donde podemos
almacenar información, también debemos pensar en el “vehículo” por el cual
podemos acceder a ella, el medio por el que traemos “cosas” al presente. De eso
se encargaría la acción de recordar. Este verbo viene del latín recordāri, formado de re (de nuevo) y
cordis (corazón). Por eso cuando recordamos algo o a alguien, lo que hacemos es
“volver a pasarlo por el corazón”. Además, como dicen coloquialmente, aquel que
no conoce su historia está condenado a repetirla, quiere decir que nuestros
recuerdos tienen la capacidad de transformar el espacio presente en el cual se
orienta el ser humano, es decir, la memoria en ese momento juega un papel
preponderante para recordarnos quiénes somos, de dónde provenimos y hacia dónde
nos dirigimos. De esta manera, a
medida que el hombre rememora su existencia y resignifica las respuestas a las
preguntas formuladas anteriormente, también encuentra su lugar en el mundo y al
interior de la sociedad, a través de la construcción de la identidad. Como dice
Coreth (1995) “no estamos
determinados por nuestro mundo de una forma meramente pasiva” (pág. 85). Es
Decir, no somos agentes pasivos de nuestra realidad, sino que
tenemos la capacidad de transformarla a través de nuestros recuerdos y la
capacidad de encontrar en el espacio presente, la fórmula para alimentar las
vivencias que conforman la personalidad de cada ser humano y, posteriormente,
recuperarlas en un lugar del futuro.
De acuerdo con lo anteriormente planteado, se podría complementar con una frase de Aristóteles, cuando decía que: “Gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama experiencia”. Además, cada persona, desde su particularidad o singularidad existencial permanece atenta a los estímulos provenientes del medio externo e interno, para configurar las experiencias que mejor se acomodan o compaginan con su modo de ser, sentir, actuar y pensarse en el mundo. Por esta razón, vale la pena comentar que recordamos o tendemos a establecer conexión, sólo con aquellos acontecimientos que tienen la capacidad de robarse nuestra atención y que consideramos como importantes, mientras que aquellos sucesos que no alcanzaron a cautivar nuestra experiencia, difícilmente se podrán rememorar en tiempo futuro.
Ahora, se me ocurre el siguiente cuestionamiento: ¿será que la memoria es una capacidad innata del ser humano para lograr la supervivencia de su especie? Debido a esto, se han formulado millones de teorías que intentan explicar este suceso. Sin embargo, Platón, desde hace décadas planteaba que el conocimiento del hombre surgía mediante la reminiscencia de su alma, es decir, cada una de las situaciones que se vivencian en el tiempo presente y a partir de las cuales se aprende, en realidad es el alma quien recuerda y resignifica aquéllas como parte de su vida, porque ya las ha vivido desde antes de llegar a la tierra. Aunque ésta es una concepción que ha tenido muchos debates con la llegada de la ciencia al mundo moderno, se sigue pensando si realmente los sujetos dedicamos a nuestra memoria la función de controlar nuestras vidas y cómo ésta infiere en los procesos de pensamiento, lenguaje y adquisición de conocimientos para sobrevivir al entorno contextual en el cual habitamos. Por lo que, indudablemente, la identidad personal se basa en la capacidad memorística que tiene cada individuo como producto de la interacción con otros, con el objetivo de reconstruir su vida y replantearse continuamente en las preguntas existenciales que se formularon al principio del presente texto. Por último, cabe destacar que la memoria es algo que aún no podemos explicar en profundidad ni definir con exactitud. Si bien conocemos algunos aspectos y factores que conjuntamente actúan e interceden por ella, la memoria es todo aquello que dejamos afuera de cualquier razonamiento y existen ciertos umbrales que la humanidad no podrá iluminar nunca porque se debe reconocer que la razón humana tiene un límite para conocer aquellos aspectos que trascienden la experiencia.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Zan, J. Memoria e Identidad [en
línea] 2008, (Sin mes): [Fecha de consulta: 01 de octubre de 2014] Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28815531003
Portales
médicos. (2012). Neuropsicología de la memoria. Departamento de
Psicología Clínica, Experimental y Social: Facultad de Ciencias de la
Educación, Campus El Carmen. Disponible en: http://www.portalesmedicos.com/publicaciones/articles/4494/1/Neuropsicologia-de-la-memoria
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